Cómo Evitar los Resfriados y la Gripe
Durante los meses de clima más frío son habituales los resfriados, las gripes y las bajadas de las defensas. ¿Te has dado cuenta de que algunas personas cogen todos los “bichos” que hay a su alrededor y en cambio otras siempre están sanas y llenas de energía? Generalmente esta diferencia depende del estado de funcionamiento de nuestras defensas.
El sistema inmunitario nos defiende de los agentes infecciosos proporcionándonos inmunidad y protección ante sus ataques. Las infecciones recurrentes o crónicas, incluso los resfriados más leves, sobrevienen cuando el sistema inmunológico está debilitado. Esta circunstancia adversa conduce a un círculo vicioso que provoca que sea difícil de superar la tendencia a la infección; es decir, un sistema inmunológico debilitado acarrea la infección, la infección daña el sistema inmunológico, con lo que la resistencia ante las infecciones se debilita.
La protección y la estimulación del sistema inmunológico es el mejor modo de romper este círculo vicioso, y así conseguir una mayor resistencia a la enfermedad y reducir la susceptibilidad a las gripes y los catarros. En definitiva, se trata de “prevenir antes que lamentar.”
Una pregunta que cabe hacerse ahora es “¿Estoy preparado para capear bien este invierno?”
Si fortaleces tu sistema inmune antes de que llegue el invierno estarás mejor preparado para evitar caer víctima de un resfriado o peor aún, de la gripe.
La preparación para el invierno realmente tiene que comenzar tan pronto como el clima comienza a cambiar del verano al otoño, con un cuidadoso plan para reforzar tu sistema inmunológico. Pero si no te has preparado y ya estás inmerso en la “temporada de gripes y catarros” todavía hay varias tácticas que puedes utilizar para ayudarte a superarla con el mínimo daño.
Para mantener tu sistema inmune funcionando a la perfección es esencial que este se encuentre bien nutrido. Determinados suplementos nutricionales y plantas apoyan el buen funcionamiento del sistema inmunológico y ayudan a preparar al cuerpo para el invierno, así como a combatir y aliviar los procesos catarrales y gripales.
EQUINÁCEA (Echinacea purpurea, Echinacea angustifolia)
La Equinácea es una de las plantas más conocidas para apoyar nuestro sistema inmunológico, proporcionando una ayuda eficaz en las épocas más frías del año. Contribuye a cuidar la salud respiratoria y suavizar la irritación de la garganta, las cuerdas vocales y la faringe. Los expertos recomiendan emplear un producto a base de Equinácea antes de la aparición de las molestias, con el fin de ayudar al sistema inmune.
Probablemente es la planta más empleada como inmunoestimulante en catarros, gripes y amigdalitis. Eleva el contenido de glóbulos blancos en la sangre así como su actividad, también incrementa la actividad de los anticuerpos, acelera la migración de los glóbulos blancos hacia las zonas de infección, potencia la actividad del interferón e inhibe la hialuronidasa (enzima que hace a los organismos patógenos más invasivos). Toda ello hace que el sistema inmunológico sea más eficaz combatiendo a las bacterias patógenas, virus, así como a hongos como la Candida albicans.
Las dos especies de Equinácea más usadas como suplementos son la Echinacea angustifolia y la Echinacea purpurea. Los suplementos de Equinácea más avanzados combinan extractos de ambas especies: Echinacea angustifolia (extracto de la raíz) y Echinacea purpurea (extracto de la raíz y de la hoja). La razón de combinar estas 2 fuentes de Equinácea es porque dependiendo de la especie, parte de la planta empleada y/o método de extracción utilizado, varían las sustancias activas obtenidas.
Ambas especies de equinácea contienen varios principios activos que pueden ser responsables de sus efectos de apoyo inmunológico, incluyendo polisacáridos, glicoproteínas, alcamidas y flavonoides.
Ambas ejercen importantes efectos inmunoestimulantes. La equinácea ha demostrado que reduce los síntomas y la duración de la gripe y los catarros. Varias clases de componentes contribuyen a esta acción.
La equinácea también fortalece el sistema inmunológico de las personas sanas; por ejemplo, la administración de un extracto de raíz de E. purpurea (una dosis de treinta gotas tres veces al día) durante cinco días dio como resultado el notable incremento de un 120% en la fagocitosis leucocitaria.
Además de la protección inmunológica, la equinácea realiza una actividad antivírica directa y ayuda a prevenir la diseminación de las bacterias inhibiendo una enzima bacteriana denominada hialuronidasa. Las bacterias secretan esta enzima con la finalidad de destruir la primera línea de defensa del cuerpo (las membranas protectoras como la piel o las membranas mucosas) y así poder entrar.
Contraindicaciones: Embarazo, lactancia y hepatopatías. No se recomienda el uso de equinácea en las personas que padezcan alguna enfermedad autoinmune. Se ha publicado que la ingestión prolongada de dosis elevadas puede reducir su eficacia como estimulador inmune a largo plazo. Es aconsejable intercalar cortos periodos de descanso, o rotar el uso de la equinácea con otros estimulantes del sistema inmune si el tratamiento dura más de varias semanas. La recomendación habitual es ingerirla durante ocho semanas y descansar una.
Dosis diaria recomendada (según el tipo de preparación empleada):
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Raíz seca (o como decocción): de 0,5 a 1 gramo, 3 veces al día.
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Planta liofilizada (deshidratada por congelación): de 325 a 650 mg, 3 veces al día.
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Jugo de la porción aérea de E. purpurea estabilizado en un 22% de etanol: de 2 a 3 ml, 3 veces al día.
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Tintura (1:5): de 2 a 4 ml*, 3 veces al día.
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Extracto fluido (1:1): de 2 a 4 ml, 3 veces al día. En niños de 2-6 años, 1 ml al día; en niños de 6-12 años, 1-2 ml al día.
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Extracto sólido en polvo (6,5:1 ó estandarizado a >4% de polifenoles): 150–300 mg, 3 veces al día; 500 a 1.500 mg al día de extracto y polvo de hierba ó 125 a 375 mg al día de extracto estandarizado de raíz/hoja (4% de equinacósidos y al 15 % de polisacáridos), fuera de comidas.
*1 ml equivale a 15-20 gotas
La vitamina C aumenta la capacidad de los glóbulos blancos o leucocitos para destruir los virus y las bacterias. Muchos estudios han demostrado que la vitamina C reduce la duración y la severidad de los síntomas del resfriado, y parte de la investigación sugiere que puede reducir el riesgo de coger un resfriado. Además, es un potente antioxidante que nos protege del daño oxidativo provocado por los radicales libres.
Hay distintas formas de suplementos de vitamina C. Los hay que aportan únicamente vitamina C en forma de ácido ascórbico, mientras que otros productos incluyen además fuentes naturales de vitamina C como la Acerola y el Escaramujo.
La Acerola (Malpighia punicifolia) es también conocida como el “árbol de salud” y sus frutas se caracterizan por su extraordinaria riqueza en vitamina C natural. Contienen más de 1.500 mg de ácido ascórbico (vitamina C) por 100 gramos de carne de fruta, lo que equivale entre 30 y 50 veces más que la naranja o el limón.
También están presentes en el acerola los polifenoles (como los bioflavonoides y los antocianos), varios minerales (magnesio, potasio, calcio, hierro…), el betacaroteno y algunas vitaminas B. Estos cofactores naturales favorecen un uso óptimo de la vitamina C por el organismo, y actúan de manera sinérgica potenciando su acción.
Por otra parte, el Escaramujo (Rosa canina) contiene abundante vitamina C (hasta un 1,7%), de hecho posee 5 veces más vitamina C que el limón. Contiene también taninos, pectinas, ácidos málico y cítrico, carotenoides, trazas de aceite esencial, flavonoides y antocianósidos.
Pero a pesar de que tanto la acerola como los escaramujos son unos de los frutos más ricos en vitamina C, la cantidad que aportan se hace insuficiente en muchos casos (por ejemplo, un gramo (1.000 mg) de escaramujo en polvo como mucho aportaría 17 mg de vitamina C), es por ello que con frecuencia se presentan en combinación con ácido ascórbico. De esta manera aportaríamos el “cóctel” de nutrientes presente de forma natural en los frutos (que favorecería su absorción y sus funciones fisiológicas), potenciado con una cantidad estandarizada de vitamina C en forma de ácido ascórbico.
Dosis diaria recomendada: en adultos de 500 a 5.000 mg al día, repartidos en varias tomas.
Al igual que la vitamina C, el zinc es un nutriente indispensable para la correcta función inmune, especialmente debido a sus efectos beneficiosos sobre la función del timo y la actividad de los glóbulos blancos. Aumenta la producción de células que combaten las infecciones y ayuda a que el sistema inmunológico libere más anticuerpos.
Para el adecuado funcionamiento del sistema inmune nuestro organismo debe tener un adecuado suministro de zinc. Sin embargo, muchas personas puede tener niveles subóptimos de este mineral ya que el cuerpo no tiene forma de almacenarlo y debe tener un suministro constante para evitar su deficiencia. Si tus niveles de zinc son bajos eres más susceptible a las infecciones.
Varios estudios han demostrado que los complementos de zinc, administrados en dosis nutricionales, incrementan la resistencia a las infecciones, incluso cuando la nutrición de zinc es normal.
Se ha encontrado que el zinc previene la aparición, reduce los síntomas y acorta la duración del resfriado común. Además es un mineral necesario para la producción de la enzima antioxidante S.O.D. (Super Óxido Dismutasa).
Precauciones: No ingerir más de 100 mg al día en el total de los suplementos.
Dosis diaria recomendada: en adultos de 15 a 50 mg al día, con las comidas.
Y ADEMÁS… RECOMENDACIONES GENERALES
Además de los remedios naturales anteriormente mencionados, se debe aumentar el consumo de zumos de vegetales verdes y de frutas frescas. Eliminar el consumo de leche y sus derivados pues son grandes productores de moco. No se debe forzar la ingesta de alimentos si la persona afectada no tiene apetito.
La ingestión de líquidos proporciona varias ventajas. Cuando las membranas mucosas que recubren el tracto respiratorio se deshidratan, se genera un ambiente mucho más hospitalario para el virus. Beber mucho líquido y utilizar un vaporizador, permite que el tracto respiratorio mantenga una humedad que rechace la infección vírica.
Debe advertirse que el tipo de líquido que se consuma es muy importante. Varios estudios han demostrado que consumir fuentes concentrados de azúcar (glucosa, fructosa, sacarosa, miel o zumo de naranja) reduce en gran medida la capacidad de los leucocitos para matar bacterias. Este deterioro se debe a que la glucemia (azúcar en la sangre) y la vitamina C compiten por los lugares de transporte dentro de los leucocitos. Un nivel reducido de vitamina C debido a un consumo excesivo de azúcar puede acarrear una disminución importante de la función leucocitaria.
Antes de consumirlos, los zumos de fruta deben estar bien diluidos. Beber zumo de naranja concentrado durante un catarro probablemente haga más mal que bien.
Asimismo, se debe evitar el consumo de bebidas alcohólicas, sal y grasas hidrogenadas o parcialmente hidrogenadas ya que deprimen el sistema inmunitario y limitan su capacidad.
Los ejercicios extenuantes y el sobreentrenamiento no son convenientes; por el contrario, realizar ejercicio físico moderado y con periodicidad estimula la función inmunitaria; asimismo, también mejora los niveles intracelulares de antioxidantes en las células inmunitarias que están relacionan con un mejor funcionamiento del sistema inmunológico.
En caso de que hayamos contraído una gripe o un catarro, el adecuado descanso es vital para una pronta recuperación. Al descansar en la cama y, sobre todo, al dormir, se liberan sustancias beneficiosas para el sistema inmunitario. De hecho, es la propia naturaleza la que nos invita al descanso. Así, las molestias oculares nos indican que permanezcamos a oscuras, el dolor muscular indica que debemos estar relajados y con una mínima actividad, etc. Y es que la energía se necesita en otro frente que prioriza la actividad.
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